¿Es política la politiquería?

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En tiempos electorales es frecuente oír decir a muchos que la política no les interesa; que es sucia; que todos los políticos son iguales; que eso es para corruptos; que para qué la política si en el mundo siempre habrá pobres y ricos; en fin, que no hay razones para inmiscuirse en la política, pues solo sirve para que los ricos se hagan cada vez más ricos mientras los pobres son cada vez pobres.

Son frases casi siempre pronunciadas con sincera amargura, producto de años de frustradas búsquedas de soluciones a miles de necesidades, a través de líderes que, una vez ascendidos a los escenarios del poder, terminan dando la espalda a sus electores y olvidando sus promesas de campaña.

Lo peor es que, así haya sinceridad en la queja, muchos de quienes piensan así terminan canjeando su lamento por cualquiera de las baratijas con que suelen reforzar su demagogia, no los políticos, sino los mercaderes de la politiquería, al tiempo que otros, tal vez más consistentes en su sentimiento de rechazo, lo manifiestan anulando su voto, no marcando su tarjetón, votando en blanco o, definitivamente, no acudiendo a las urnas.

Según las cuentas que ofrecieron las pasadas elecciones, las personas que así votaron, más las que se abstuvieron, representan el 70 por ciento del censo electoral. Y si a este caudal se suma el de las personas que votaron por el tamal o la lechona -y las más encumbradas, por el puesto o el contrato-, podríamos decir que nuestros congresistas no representan a más del 15 por ciento.

Si los colombianos entendiéramos que no es la política la que falla, sino nosotros al escoger a los “políticos” que han de representarnos, muy seguramente que las frustraciones serían menores, pues nos esmeraríamos más por buscar entre los elegibles a aquellos candidatos que realmente representen los intereses populares, y no los del politicastro ni los de las clases dominantes.

Pero, para que se llegue a ese entendimiento, se debe comprender que una cosa es la política y otra muy distinta la politiquería. Que la politiquería es precisamente la negación de la política. Que mientras la política es una actividad orientada al bien común, la politiquería solo beneficia a quien la practica. Ahora bien, ¡no confundamos! Porque una cosa es el bien común para las clases dominantes y otra, el bien común para el resto de la población. El bien común para las clases dominantes significa supervivencia del actual estado de cosas, con todo y sus injusticias, mientras que para las clases dominadas significa transformaciones profundas de la sociedad para que esas injusticias se puedan erradicar para siempre.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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