Lecciones olímpicas

Esta semana trascendió que en Medellín se estaban vendiendo álbumes con ‘monitas’ de Pablo Escobar y que los niños de las escuelas más pobres lo estaban comprando. Qué tristeza tan inmensa.

Hay personas que tienen capacidad para emocionar a la gente aun a distancia, a miles de kilómetros: nuestros héroes olímpicos, entre ellos Mariana Pajón, Carlos Mario Oquendo, Rigoberto Urán, Óscar Figueroa, Caterine Ibargüen, Yuri Alvear, Óscar Muñoz y Jackeline Rentería, por el torrente de emociones que experimentaron con sus triunfos. Fue emocionante verles subir al pódium olímpico tras una exhibición de coraje, fuerza y amor en cada una de sus disciplinas deportivas. Creo que todos lograron arrancar lágrimas de alegría a muchos colombianos.

Cuando alguien se entrega en la forma como lo hacen nuestros campeones, uno sólo puede experimentar emociones, se produce una conexión telepática sin importar la distancia, en la cual las palabras pierden todo valor y significado, y sólo se hacen perceptibles los latidos de los corazones.  Durante los 38 segundos que duró la competencia de la ‘Tata’ se llevó a cabo un maravilloso ballet neuronal colectivo entre millones de personas que muy pocos veces se consigue.


Colombia acaba de hacer la mejor presentación olímpica de su historia, razón por la que debemos estar inmensamente orgullosos. Hemos ocupado el segundo lugar entre los países suramericanos (detrás de Brasil) y el cuarto entre los latinoamericanos y del Caribe (Cuba y Jamaica). Es una verdadera hazaña que podría ser profética, anunciarnos que los grandes días están por venir. Nos ubicamos en el puesto 33 (detrás de Canadá) por encima de países como Suecia (7), Argentina (4), México (5), Israel y Chile, que no obtuvieron ninguna medalla, al igual que 80 países más. Colombia ha sido la sorpresa latinoamericana. Ahora, a alistarse para 2016 en Brasil, país que se creía iba a ser la revelación de estos juegos, pero que finalmente no lo fue.


Siento mucha alegría por todos estos triunfos, pero me emocionan en especial los de Mariana y Caterine; la niñez y la juventud colombianas en general, y antioqueñas en particular, ya tienen un espejo dónde mirarse, un ícono a quien admirar e imitar. El papel pedagógico que pueden cumplir estas deportistas es inmenso. Esta semana trascendió que en Medellín se estaban vendiendo álbumes con ‘monitas’ de Pablo Escobar y que los niños de las escuelas más pobres lo estaban comprando. Qué tristeza tan inmensa. Así, este país no tiene futuro. En parte esto es consecuencia de la exaltación desmedida que los medios de comunicación hacen de la villanía. Ya está bueno. Aquí hay gente estupenda y suficientemente meritoria a quién exaltar, elogiar e imitar. Comenzando por los héroes olímpicos de Londres que tan en alto han puesto al país. Hay que llevar a las escuelas, colegios y universidades principios de vida, como el de la ‘Tata’, quien dice que “El futuro pertenece a las personas que creen en la belleza de sus sueños”.


El país necesita construir un relato de vida y no de muerte. Estos deportistas le devuelven sueños y esperanzas a la juventud. Con ellos, los ministerios de Educación y Cultura podrían hacer una vuelta a Colombia, para que los niños y los jóvenes se vuelquen sobre ellos, los toquen, les hablen, les pregunten, los conozcan, les quieran y deseen imitarles. Los éxitos gubernamentales no pueden seguir siendo las bajas y los arrestos. Más reconfortante que la detención de ‘Sebastián’, el jefe de la ‘Oficina’ en Envigado, es la medalla de oro de Mariana. La captura de ese delincuente no va a cambiar la historia; el triunfo de ‘la Tata’ y los demás deportistas, sí, pueden influir positivamente en la vida de miles de jóvenes, saben emocionar a distancia.


Los Olímpicos de Londres nos dejan grandes emociones y podrían dejarnos también excepcionales lecciones.


Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

Comentarios