Yo creo en los Juegos Nacionales

César Picón

Últimamente los tolimenses hemos estado expuestos a preocupantes advertencias provenientes del ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez, y del mismo presidente de la República, Juan Manuel Santos, respecto a la posibilidad de que los Juegos Nacionales y Paranacionales cambien de sede o incluso se aplacen para el próximo año.

Lamentablemente, frente a la afirmación del primer mandatario de que “no nos quedan sino dos caminos: o decidimos unas sedes alternas, ciudades que ya tengan la infraestructura, o tenemos que posponer las fechas de los juegos para que se puedan realizar en los sitios que se habían destinado, se habían escogido”, aún no se ha escuchado ningún tipo de pronunciamiento enérgico y unánime por parte de la clase dirigente del Tolima, ni tampoco se vislumbra ninguna estrategia para salirle al paso a cualquier posibilidad que vaya en detrimento de los intereses de los Pijaos.

Todavía es más preocupante, que más allá de las claras demoras en la contratación de las obras y demás percances que se hayan dado alrededor de la construcción de los escenarios deportivos, pareciera que las “aves de mal agüero”, aquellos individuos que por una u otra razón les interesa que las cosas en Ibagué no salgan bien, han logrado permear el círculo más cercano de la Presidencia para sobredimensionar lo que hasta ahora ha ocurrido y así llenar de pesimismo a quienes deben tomar las decisiones. No puedo dejar de manifestar mi frustración ante la incomprensible posición de ciertos “personajes” que se alegran de este tipo de hechos, e insisten en recalcar las dificultades por todos los medios posibles, como si fuera algo que hubiera que celebrar. Parece que algunos no han entendido que lograr la sede de los Juegos Nacionales de 2015 y los recursos para construir los importantes escenarios, implicó un gran esfuerzo por parte de los actuales mandatarios, que incluso depusieron otras necesidades de la región para privilegiar esta petición ante el Gobierno nacional. Tampoco han comprendido que en esta oportunidad el magno evento se programó pasados tres años de las últimas justas, y no cuatro, como históricamente se venía realizando. Incluso no han logrado interpretar que con los juegos no se pretende mejorar ni perjudicar la imagen de un gobierno local o regional, sino lograr una trascendental inversión en infraestructura deportiva para nuestro departamento y destacarnos como una región de destino turístico y de negocios a nivel nacional e internacional.

Mi interés no es justificar las demoras que hayan podido presentarse, ni juzgar las actuaciones de ninguna administración. Pero creo firmemente que ahora es cuando más debemos ser solidarios y aferrarnos, con el máximo sentido de pertenencia, a lo que nos une como tolimenses. Por eso reclamo unidad, firmeza y decisión, para defender algo que ya tenemos ganado gracias a la gestión de nuestros gobernantes y que ahora por ninguna razón nos podemos dejar quitar.

Quizá este sea el mejor momento para deponer los odios, los enfrentamientos, los intereses particulares, y para que la clase dirigente y toda la ciudadanía del Tolima, nos unamos para exigir al alto Gobierno que cualquier decisión que tome sea en beneficio para nuestro pueblo. Este es el momento para que digamos a una sola voz “yo creo en los juegos nacionales”.

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