Parálisis total

Las autoridades seccionales y municipales han optado por restricciones que van desde la prohibición de la harina y la espuma, el tránsito de motos y la veda de parrilleros, hasta la absoluta veda del alcohol para evitar desmanes. Hagamos fuerza por el equipo y por que la cordura impere y se celebra en paz o maneje civilizadamente la tristeza.

El Campeonato Mundial de Fútbol de Brasil copa la atención de media humanidad y hasta en regiones donde el fenómeno pasaba inadvertido los encuentros se han convertido en atracción de primera línea.

Los países cuyos equipos aún se conservan en el torneo deben enfrentarse a otra disyuntiva el que no se se sepa qué es peor, si que el equipo salga victorioso o, por el contrario, que sea vencido en alguno de los definitivos encuentros.

La conmoción es global y todos buscan sortear la situación de la mejor manera o acomodarse a las oportunidades que aparecen. En efecto, aún cuando España quedó tempranamente eliminada el Presidente del Real Madrid, haciendo cálculos ajedrecísticos, que huelen a nuevas contrataciones, ha prestado el Santiago Bernabeu en forma gratuita para que los fanáticos colombianos puedan disfrutar de las pantallas gigantes del escenario y así poder ver el encuentro de hoy.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha declarado día cívico para que a lo largo y ancho de su país se pueda presenciar el partido, aunque ella, previsiva, y para evadir otra silbatina, ha manifestado que estará ausente del encuentro.

El presidente Santos sí estará en Fortaleza, pero antes de viajar autorizó la tarde libre en todos los organismos del orden nacional con excepción de los de salud y orden público. Las autoridades seccionales y municipales han optado por restricciones que van desde la prohibición de la harina y la espuma, el tránsito de motos y la veda de parrilleros, hasta la absoluta veda del alcohol para evitar los desmanes que empañan las festividades o tristezas en una absoluta demostración de intolerancia y falta de civilización.

Por razón de las extendidas protestas que sirvieron de marco a los días previos a la competencia en Brasil, existe el temor de que una derrota del equipo del país anfitrión pueda tener consecuencias políticas y poner en peligro la estabilidad del gobierno del Partido de los Trabajadores.

Lo que debería ser una fiesta del deporte puede convertirse en una incontrolable convulsión social y señalar el inicio de la decadencia de esta clase de torneos para tristeza de millones de aficionados.

Hagamos fuerza por el equipo y por que la cordura impere y se pueda celebrar en paz o manejar civilizadamente la tristeza.

REDACCIÓN EDITORIAL

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