Los pilares

Sin contar lo que debe hacerse para suprimir el analfabetismo en regiones rezagadas como el Tolima y el énfasis que ha de aplicarse a la educación preescolar y de la primera infancia y, por supuesto, la educación técnica, tecnológica y superior.

En el discurso de posesión para su segundo período el presidente Juan Manuel Santos se refirió a tres pilares que sustentarían su acción: la paz, la equidad y la educación.

La breve intervención ha de ser diseccionada una y mil veces, pues la trilogía tiene un campo de acción tan extenso y con tal cantidad de facetas que harán falta este y más períodos para lograr consolidarlos.

Sobre la paz se ha hablado hasta la saciedad, pero los eventos de la posesión arrojaron luz sobre dos circunstancias de enorme calado: en 15 días unas comisiones alternas se ocuparán en La Habana del cese bilateral de hostilidades y la dejación de armas de la guerrilla; a la par se supo que avanzan las conversaciones con el ELN y es muy posible que se inicie los diálogos en territorio ecuatoriano.

De la equidad se habla desde la época de Cristo y está en la esencia de la construcción de la sociedad hágase o no se haga la paz.

En cuanto hace a la educación y la importancia que se le otorgó en la alocución presidencial y a muchos temas que rodean al nuevo gobierno ha sido enorme la reacción y muchos han pasado a referirse al tema desde diferentes puntos de vista y elementos para el análisis.

No parece haber discusión sobre el hecho de que la educación y, sobre todo, la educación de calidad es la clave del futuro de las sociedades. En organizaciones tan inequitativas como la colombiana puede convertirse en el gran ecualizador y generador de oportunidades similares para todos.

Parece existir consenso en que se requiere regresar al concepto de jornada única en primaria y bachillerato con un mínimo de ocho horas diarias de asistencia de los alumnos a las instituciones educativas (en Japón y Corea del Sur son nueve o 10 horas las requeridas). Allí comienza a verse que el camino es largo, que debe iniciarse inmediatamente y será tarea de varias generaciones.

La meta, dijo Santos, es hacer de Colombia el país más educado de Latinoamérica para el año 2025. Es decir solo 11 años nos separan del ambicioso objetivo.

Si bien se ha propuesto que con tal de arrancar el presupuesto de educación para 2015 será de más de 27 billones de pesos y superará a todos los demás rubros, ya han salido analistas a precisar que se requiere de más de 40 billones anuales todos los años (bien invertidos) con tal de conseguir un paso acorde con la meta.

Basta evaluar el costo de las construcciones que han de levantarse, la dotación requerida, el número de profesores nuevos, la calidad de los mismos y la mejora de los actuales que ha de requerirse para conseguir solamente la meta común de ocho horas diarias.

Sin contar lo que debe hacerse para suprimir el analfabetismo en regiones rezagadas como el Tolima y el énfasis que ha de aplicarse a la educación preescolar y de la primera infancia y, por supuesto, la educación técnica, tecnológica y superior.

¿De dónde han de salir los maestros calificados? Ya hay varias teorías y se barajan los incentivos para atraer a la docencia a los mejores y más capaces.

¿De dónde ha de salir el dinero? Es entonces indispensable lograr la paz para que los recursos que allí se esterilizan se empleen en crear el terreno de donde han de salir los nuevos y mejores ciudadanos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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