La educación vista por el filósofo Hoyos Vásquez

Lo público y privado hacen perpetua la diferencia de clases, asegura el profesional.

El filósofo y profesor de la Universidad Javeriana Guillermo Hoyos Vásquez estuvo en Ibagué orientando el Seminario sobre Modernidad y Posmodernidad para los estudiantes del doctorado en Educación de Rudecolombia, en la Universidad del Tolima.

Habló de Habermas, Sloterdijk, Nussbaum y de otros filósofos clásicos  pero también sobre muchas situaciones de la educación en la actualidad. Dijo algunas cosas que probablemente causen escándalo y sobre ellas dialogamos para EL NUEVO DÍA.


EL NUEVO DÍA: Que los dioses se han ido, que ya no necesitamos de los dioses, ha dicho usted a los estudiantes. Entonces ¿en qué queda la enseñanza de la religión?

GUILLERMO HOYOS VÁSQUEZ: No he dicho que la enseñanza de la religión no sirva. Hay que ver de qué manera la religión se enseña. Sociológicamente cada vez un número considerable de habitantes del mundo ya no son muy musicales religiosamente.

Creo que la educación debe ser válida para socializar ciudadanos y para que la parte de la clase de religión que se da debe ser un poco para mostrarles a los estudiantes que nadie está obligado a ser católico. Esa obligación se la pone uno mismo, trata de inducirla la familia, pero, en el momento en que uno es adulto, uno está emancipado y unos son muy religiosos y otros no.


Lo único que nos interesa en la sociedad es que todos ellos se comporten decentemente, es decir, de acuerdo con la Constitución.


END: Ha hablado usted en contra del currículo, de la dictadura del currículo. Entonces, ¿sin currículo qué?
GH: Sin currículo queda mucho de la educación tradicional y el reto del maestro era que al final del año supieran leer libros y hacer cálculos. Lo que pasa es que el estilo un poco informal y heterodoxo nos lo quieren cambiar por la tiranía del currículo.

En la educación, así el currículo esté predeterminado, si yo quiero como maestro instruir a mis alumnos rompiendo el currículo, llevando a los estudiantes a una conferencia que puede ser importante, no veo por qué no se pueda hacer y el maestro tenga que pedir permiso al rector.


El alumno no se hizo para el currículo, el currículo se hizo para el estudiante.


END: Que estamos formando para la renta, para la rentabilidad y para el mercado, que estamos olvidando la formación para la democracia, para la humanización del estudiante. ¿Cómo es eso?
GH: Es tan sencillo que en la sociedad actual, que quiero caracterizar como la sociedad del mercado, todo gira en torno al mercado. En última instancia me estás haciendo esta entrevista para poderla publicar en un periódico en donde te pagan u obtienes prestigio para que te paguen en otra parte como periodista.

Por otro lado estoy aquí participando en un seminario de educación, en último término porque me van a pagar. Pero uno no solo trabaja porque le pagan, sino que hay que ir trabajando por lo que a uno le gusta, por lo que uno es capaz, y por lo que uno cree que es útil al bien común.

    
END: Usted se pone un poco en contra de las evaluaciones estandarizadas que practica el Icfes con el nombre de pruebas Saber…
GH: No un poco; mucho, porque el Icfes y Colciencias están convirtiendo todo el proceso educativo en un proceso cuantificable. Creo que son instrumentos válidos, eso es obrar por instrumentalidades. Pero los instrumentos no pueden deteriorar los fines, entonces nos estamos acostumbrando en esta sociedad a que lo que no se mide, no vale.

Hay una serie de valores que son intangibles y que, por tanto, no pueden ser sometidos a evaluación cuantitativa y se está perdiendo la nobleza, la solidaridad, el perdón y la tolerancia. Estamos llegando a que la educación está al servicio del mercado y no el mercado al servicio de la educación”.


Gobiernos escolares, una farsa
END: ¿Cree que hay real participación comunitaria en la dirección de las instituciones educativas a través de los gobiernos escolares que obligatoriamente se deben integrar en cada establecimiento?
GH: No creo. Es una liturgia. Es poner a los estudiantes a jugar póker apostando maíz. Engañando que tienen poder. La conclusión es que la democracia no se puede hacer como farsa, porque lo que se hace es desacreditar la democracia. No podemos someternos a lo común y a lo establecido por normas, que tampoco es todo. Esa participación de los muchachos les enseña que la democracia es un juego, y así estamos jodidos”.

END: Se invoca la pertinencia educativa para dar respuestas a las demandas de la sociedad y de la economía a través de currículos pertinentes. ¿Eso se da en la realidad?

GH: La demanda fundamental de la sociedad no es el mercado; es la democracia y la libertad. Entonces eduquemos para la democracia y la libertad que de pronto les pega a algunos empresarios que también ven la necesidad de fomentar la productividad en un marco democrático. Y no necesariamente en un marco neoliberal.

Por eso es importante la educación pública como mezcladora. Pero resulta que aquí la educación pública y la privada se hizo para perpetuar la diferencia de clases. En Colombia, la educación se hizo para discriminar o, si no, es sino analizar la situación de los colegios públicos en los últimos 30 años, que cada vez es peor.


La reforma de la educación superior
END: Usted es partidario de que en la reforma a la Educación Superior se llegue a una universidad emancipadora. ¿Qué diferencias tendría con la que tenemos?
GH: La que tenemos ahora es cada vez más empresa. Universidad emancipadora la planteaba en mi conferencia, como la del movimiento de Córdoba, de 1968. Es la de París del 68, a la que todavía pueden llegar a ser estas universidades donde la Mane se vaya conformando en un  poder no violento  de estudiantes.

No se trata de entregar a los estudiantes la universidad, pero sí de tenerlos en cuenta. En todo esto viene en cuento en un pensador como Buenaventura de Sousa Santos, portugués, que conoce muy bien a Latinoamérica y en Internet pone mil 230 páginas que se llaman “La Universidad del Siglo XXI por una universidad democrática y emancipadora”.


Me inspiro allí y pienso que todavía es posible que nuestras universidades públicas, si no se vuelven empresas, sí se vuelvan exigentes frente al gobierno para que definitivamente las financie; veo esperanzas de que estemos formando una ciudadanía consciente, luchadora, democrática, etc. La alternativa es la guerra: o se invierte en la guerra o se invierte en educación.


END: Resulta que por ley hay que formular un plan decenal ¿Usted cree en la eficacia de tal mandato y de planificar para una década?

GH: Me parece que planificar para una década es una vagabundería. ¿Por qué? ¿Quién ha dicho que se puede garantizar en el próximo período de gobierno lo que está en el papel? ¿Por qué no planificar a cinco años? No he visto, todavía, la bondad de los 10 años frente a cinco. Si tienes argumentos para demostrarme que planificando a 10 años es mejor que a cinco, me los das. Hasta ahora se busca la consultora que te planifica a 10 años, y eso es algo inútil.

END: En eso de formar para la humanización y para la democracia, ¿por qué fracasan los programas de filosofía en las universidades?

GH: Porque las matrículas son muy altas y quién va a pagar para estudiar filosofía siendo que la filosofía no es rentable. Yo no voy a decir que tengo que pedir limosna, porque me ha ido bien. Pero me tocó sacar un doctorado.
Lo que no veo es por qué tengo que estudiar sólo lo rentable. Por eso el Estado tiene la obligación de financiar escuelas de filosofía para que los mejores puedan estudiar filosofía. Para que puedan criticar y cuestionar”.

Credito
LUIS E. CHAMORRO RODRÍGUEZ ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

Comentarios