El síndrome del Chavo

Al parecer el síndrome del Chavo hace estragos en la Administración municipal de Ibagué, que deja pasar las fechas límite en innumerables programas y compromisos no solo en el ámbito local sino, además, en aquellos que cuentan y requieren del apoyo de organismos del orden nacional, cuando no del mismo Gobierno Central.

Todos recuerdan al Chavo del Ocho, el imperecedero personaje de Roberto Gómez Bolaños a quien cuando le daba miedo, aburrimiento o simple pereza hacer algo contestaba con la dubitativa frase “Sí voy”, cuando alguien lo instaba a actuar.

Al parecer el síndrome del Chavo hace estragos en la Administración municipal de Ibagué, que deja pasar las fechas límite en innumerables programas y compromisos no solo en el ámbito local sino, además, en aquellos que cuentan y requieren del apoyo de organismos del orden nacional, cuando no del mismo Gobierno Central.

Una revisión, en absoluto exhaustiva, muestra los más destacados temas para los que la Administración municipal no muestra afán alguno y, más bien, se debate en un soporífero marasmo.

Hay que comenzar con el más importante de todos: la dotación de un acueducto adecuado al tamaño de la capital del Departamento, que tenga en cuenta no solo un servicio confiable y permanente sino, también, un despejado futuro para una urbe en crecimiento, que debe garantizar el suministro tanto a hogares como a empresas.

Inútil resulta repetir los continuos fiascos que acompañan al acueducto complementario, el caso del Acueducto de Boquerón y la carencia de disponibilidad para la cárcel de Picaleña, los multifamiliares de El Tejar o las zonas de expansión. Para todos ha habido apoyo del orden nacional y esta es la hora en que nada se define.

Los Juegos Nacionales y Paranacionales, que son un compromiso de la ciudad para el año próximo y para los cuales no solo se debe poner en marcha las obras en escenarios y preparación de deportistas sino, además, una serie de obras y servicios complementarios que sin duda contarían con apoyo nacional si tan solo hubiese unos proyectos estructurados y unos presupuestos sustentados.

Ayer no más, la Directora Territorial de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas se quejaba de la falta de planeación de la Administración municipal para dotar a la UAO de un punto de atención a las víctimas. La sede debería haber sido entregada, pero por cuenta del incumplimiento los recursos nacionales adicionales se enviarán a otras regiones. Si hiciera falta, hay que recordar que más del 10 por ciento de los habitantes de Ibagué lo constituye desplazados por el conflicto.

El espacio no da para hacer una relación completa, pero es preciso hacer referencia al desastre del Panóptico o el Programa de Movilidad Urbana dentro del proyecto nacional de Ciudades Amables en relación con el transporte público.

“Sí voy” o su versión local: en 15 días.

REDACCIÓN EDITORIAL

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