El nuevo Congreso

Como se decía al principio se han creado enormes expectativas que es de esperar no se vean opacadas por debates personales o estéril oposición de grupos interesados solamente en ventilar sus frustraciones y complejos o en tratar de acallar sus conciencias. El ciudadano debe estar pendiente y pronunciarse por el buen destino de la legislatura.

El nuevo Congreso instalado la víspera se ve rodeado de toda suerte de conjeturas, genera numerosas expectativas y está llamado a realizar una inmensa labor en los más diversos campos de la actividad nacional.

Sus integrantes provienen de disímiles sectores y, especialmente, la Cámara de Representantes ha sufrido una renovación que alcanza al 65 por ciento de sus integrantes, es decir 102 de sus 166 miembros.

Hay desde ex presidentes hasta ex guerrilleros, los hijos de aquellos se confunden con los ex ministros y ex integrantes de los organismos de control; hay representantes de las más reconocidas familias de narcotraficantes, así como los herederos de los cómplices del paramilitarismo y no pocos sucesores de grandes depredadores del Estado. Muchos son sobrevivientes de crímenes cometidos por los protagonistas del conflicto, así como reconocidos luchadores por los derechos de las mayorías. Por cierto, hay también gente muy idónea con impolutos antecedentes que se codea con lagartos insoportables, insuperables productores de guano y no pocos que hace rato han superado con creces su nivel de incompetencia. Vale decir el Congreso es un fiel reflejo de la realidad del país.

A ese heterogéneo grupo le cabe la responsabilidad de analizar y debatir sobre un cúmulo de temas de capital importancia y lo que allí se acuerde ha de tener enorme incidencia en colombianos que ni siquiera han nacido y más sobre los que habitan actualmente el territorio.

Desde el comienzo han de competir por la prioridad asuntos como la paz, el agro, el comercio exterior, las reformas laboral, tributaria y de la justicia, las pensiones, el sistema de salud y tantos y tantos otros que sería tarea inacabable mencionarlos a todos.

Como se decía al principio se han creado enormes expectativas que es de esperar no se vean opacadas por debates personales o estéril oposición de grupos interesados solamente en ventilar sus frustraciones y complejos o en tratar de acallar sus conciencias.

El ciudadano debe estar pendiente y pronunciarse por el buen destino de la legislatura.

REDACCIÓN EDITORIAL

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