Reforzar la vigilancia en la ciudad ¿y qué más?

En una semana se registraron cinco casos de sicariato, en diferentes lugares de la capital, que dejaron como saldo seis personas asesinadas.

El primer homicidio ocurrió en la noche del primero de junio, en la carrera Quinta con calle 42, donde un hombre fue baleado. El martes siguiente, en el parque del barrio Los Mandarinos, dispararon en contra de dos jóvenes. La semana pasada se cerró con tres homicidios: uno en el barrio Portales del Norte, en el sector del Salado, otro en el barrio El Bosque y, el tercero, en Picaleña.

Todas estas situaciones llevaron a convocar un consejo de seguridad el pasado lunes, en el que se hizo un análisis de los hechos. La primera conclusión es que los crímenes habrían sido producto de “ajustes de cuentas”, pues las víctimas tenían antecedentes penales por delitos como hurto, lesiones personales y microtráfico, según indicó la alcaldesa Johana Aranda. Más allá de los orígenes de estos crímenes, esta escalada de violencia ha de ser investigada a profundidad, pues indica la presencia de “gatilleros”, muy posiblemente al servicio de bandas de delincuencia organizada.

Entre las acciones planteadas en el consejo de seguridad se encuentra la de coordinar el trabajo investigativo y de vigilancia de la Policía, con el Ejército y la Fiscalía, en especial en los barrios con los problemas más críticos de criminalidad. Hay que anotar que en las últimas semanas se ha incrementado la presencia policial, pero efectuando controles con motocicletas y carros, así que no estaría mal si se reasignan estos uniformados a labores de patrullaje.

Aunque esta decisión puede ser bien recibida entre los ibaguereños, surgen interrogantes en relación con la continuidad de estas tareas para que produzcan resultados contundentes. También, algunos concejales expresaron que es necesario complementar el servicio de vigilancia con la implementación de actividades que respondan a una política de seguridad y convivencia ciudadana.

La inseguridad no se debe únicamente al escaso control policial. La pobreza, la exclusión, la falta de educación, la violencia intrafamiliar, el consumo de sustancias psicoactivas y la impunidad le abren espacio a la delincuencia. Hay que diseñar estrategias articuladas e interinstitucionales de carácter permanente y con garantía de recursos.

 

El Nuevo Dia

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