Más allá de lo evidente

Se hace un escándalo (con razón) por las triquiñuelas de los Nule en Bogotá, pero no se suscita similar reacción por el saqueo de los mismos caballeros de industria en la vía Bogotá - Girardot con sus cientos de miles de damnificados ni la presencia de los pillos en múltiples aspectos de la vida nacional.

En los medios se exhibe gran preocupación por lo que acontece en otras latitudes (con sobrada razón), pues está probado que lo que allá acontece en muy corto plazo ha de tener inusitadas repercusiones en el devenir nacional o, si no, basta con mirar la intervención rusa en Crimea y su efecto en el precio del petróleo la mayor línea de exportación de Colombia, o la lucha en las calles de Venezuela y su impacto en las exportaciones colombianas o el bienestar de miles de familias que suplen sus necesidades con los giros de sus parientes en tierras de Maduro.

Sin embargo, muchas veces se soslaya lo que ocurre en el país que, ineludiblemente, ha de tener más profundo efecto en el trasiego diario de todos los colombianos.

No hay necesidad de ir muy atrás en el tiempo para recordar los casi 90 días de paros campesinos de caficultores y paperos que paralizaron las vías en extensas regiones de Colombia. Por supuesto que las economías agropecuarias sufrieron, pero nadie ha producido un informe con respecto a las repercusiones en la venta de combustibles, peajes, productos alimenticios a lo largo de las vías, alojamientos, trabajos mecánicos y tantos otros etcéteras, para hablar solamente de los que atañen estrictamente a la economía de las carreteras.

Se hace un escándalo (con razón) por las triquiñuelas de los Nule en Bogotá, pero no se suscita similar reacción por el saqueo de los mismos caballeros de industria en la vía Bogotá - Girardot con sus cientos de miles de damnificados ni la presencia de los pillos en múltiples aspectos de la vida nacional.

A pocos parece interesarle que el Gobernador de Valle del Cauca solicite al Gobierno nacional la militarización de Buenaventura por cuenta de la carnicería que se escenifica en el puerto, cuando a más de la natural repulsa por la situación debería haber preocupación nacional por lo que ocurre en el principal puerto del país.

Para rematar, poco se ha desvelado sobre las fuerzas que se mueven detrás de los bloqueos a Transmilenio en Bogotá, que logran paralizar la economía más grande del país por horas y días bajo una programación que se conoce con meses de antelación. ¿Tal vez los mismos que estuvieron en los paros cafeteros del Huila y Antioquia y las protestas de los paperos en Boyacá?

Tal como lo decía Leono, el jefe de los Thunder Cats: “Hay que ver más allá de lo evidente”.

REDACCIÓN EDITORIAL

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